Culiacán bajo fuego: La guerra entre facciones del Cártel de Sinaloa acorrala a la población

El enfrentamiento entre «El Mayo» Zambada y «Los Chapitos» desata una ola de violencia que paraliza la vida en la capital de Sinaloa.

Culiacán, la capital del estado de Sinaloa, se encuentra sumida en un estado de crisis tras la escalada de violencia desatada por el enfrentamiento entre las dos principales facciones del Cártel de Sinaloa. En esta ciudad del noroeste de México, que por décadas ha estado bajo el control de este poderoso grupo criminal, sus más de 800,000 habitantes viven con miedo, atrapados en medio de una guerra que no cesa. El temor a ser víctima de un secuestro, un tiroteo o simplemente estar en el lugar equivocado ha paralizado la vida cotidiana, mientras crecen los llamados al gobierno de Andrés Manuel López Obrador para que intervenga con mayor contundencia.

El origen del conflicto: una fractura en el Cártel de Sinaloa
Desde el pasado 9 de septiembre, la situación en Culiacán se ha tornado insostenible. Las autoridades estatales reportaron hasta este viernes un saldo de 12 muertos, 11 heridos por armas de fuego y al menos 20 personas desaparecidas. Aunque las cifras oficiales son alarmantes, es probable que el número real de víctimas sea aún mayor, ya que muchos fallecimientos dentro del cártel no se contabilizan en los registros oficiales.

La disputa enfrenta a los seguidores de Ismael «El Mayo» Zambada, un histórico líder del Cártel de Sinaloa, y los hijos de Joaquín «El Chapo» Guzmán, conocidos como «Los Chapitos». Aunque ambos capos fueron socios y fundadores del cartel, las tensiones entre las facciones se desataron el 25 de julio de este año, cuando las rivalidades internas se hicieron públicas.

La guerra entre «El Mayo» y «Los Chapitos»
El enfrentamiento entre las facciones de Zambada y los hijos de «El Chapo» no solo está afectando al Cártel de Sinaloa, sino que ha convertido a Culiacán en un campo de batalla. Los ciudadanos de esta ciudad viven en constante estado de alerta, temiendo quedar atrapados en las balaceras que ya se han cobrado múltiples vidas. Las autoridades, tanto estatales como federales, han sido duramente criticadas por lo que muchos consideran una respuesta insuficiente.

Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, y el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, ambos pertenecientes al partido gobernante MORENA, han minimizado la gravedad del conflicto, calificando los hechos como «casos aislados». Sin embargo, los habitantes de Culiacán aseguran que la realidad es muy distinta: las fuerzas militares desplegadas en la región no son suficientes para contener la violencia.

Una ciudad en estado de sitio
Los culiacanenses han aprendido a convivir con la presencia del narcotráfico, una realidad que ha permeado cada rincón de su sociedad durante décadas. Sin embargo, lo que se vive actualmente supera cualquier episodio previo. La violencia entre las facciones ha paralizado la vida en la ciudad. Los niños fueron enviados a casa para continuar sus estudios en línea, siempre y cuando tengan acceso a internet, y los eventos por el Día de la Independencia, previstos para el 15 de septiembre, fueron cancelados para evitar aglomeraciones y potenciales atentados.

La situación en Culiacán recuerda a los violentos episodios conocidos como los «culiacanazos» de 2019 y 2023, cuando la detención de Ovidio Guzmán López, otro de los hijos de «El Chapo», provocó una ola de violencia sin precedentes. En ambas ocasiones, los cárteles demostraron su capacidad logística y armamentística, capaces de enfrentarse al Estado y sus fuerzas militares. Durante el primer «culiacanazo», el gobierno de López Obrador decidió liberar a Guzmán López para evitar más derramamiento de sangre, una decisión que fue duramente criticada tanto a nivel nacional como internacional.

Un problema sistémico para México
La situación en Culiacán es solo una muestra más de la crisis que enfrenta México debido al poder de los cárteles de la droga. Estas organizaciones no solo controlan vastas regiones del país, sino que han penetrado en amplios sectores de la sociedad. El propio López Obrador, en una de sus conferencias de prensa recientes, pidió públicamente al Cártel de Sinaloa que «actúe con responsabilidad», una declaración que ha sido vista con escepticismo por parte de muchos.

A pesar de los esfuerzos del gobierno federal por controlar la situación, la violencia ligada al narcotráfico sigue siendo uno de los mayores desafíos para México. El poder de los cárteles ha trascendido los límites del crimen organizado, infiltrándose en la vida política, económica y social del país. Mientras tanto, los habitantes de Culiacán solo pueden esperar que la situación mejore y que las autoridades finalmente tomen medidas efectivas para restaurar la paz en la región.

La lucha entre las facciones del Cártel de Sinaloa no solo está afectando a sus miembros, sino que ha convertido a Culiacán en un epicentro de violencia y temor. La respuesta del gobierno ha sido insuficiente y los ciudadanos exigen acciones concretas que les devuelvan la tranquilidad. Este conflicto es un recordatorio de la enorme influencia que los cárteles aún tienen en México y del largo camino que queda por recorrer para erradicar esta violencia.

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