Con la Semana Santa llegan los Altares de Dolores la realización de los altares de Dolores fue una tradición muy extendida en México durante los siglos XVII, XVIII y XIX. La gente recorría las iglesias, las casas y las calles para apreciarlos y no faltaba donde obsequiaran a los concurrentes vasos de agua fresca, chicha o naranjas para refrescarse.
En la actualidad, este ritual devocional ha sido prácticamente confinado a las iglesias; sin embargo, la Secretaría de Cultura federal, a través de diversos museos de la red del Instituto Nacional de Antropología e Historia, lo retoma como parte de una tradición que se apega a la vida conventual, es el caso del Museo Nacional de las Intervenciones, con sede en el Ex convento de Churubusco, en la Ciudad de México.
El objetivo del montaje Altar de Dolores. Una tradición que perdura es explicar la historia de esta práctica religiosa, los elementos que la componen y su respectivo simbolismo, en el marco de las celebraciones de Semana Santa.
La conmemoración religiosa a la Virgen de los Dolores es una tradición que en México se remonta a la época virreinal, heredada de las culturas del viejo mundo. Un viernes antes de Semana Santa solían levantarse altares ricamente ornamentados, no solo en las iglesias, sino también en los hogares devotos, dedicados a la Virgen María en su advocación Dolorosa, como recuerdo de los sufrimientos que experimentó durante la vida, la pasión y crucifixión de Jesús, su hijo.
Los también llamados “Incendios”, por el reflejo de los elementos dorados y las luces emanadas de las velas, están llenos de simbolismos que aluden a la Pasión de Cristo y a las penurias de su madre. El motivo principal del altar es la imagen mariana, ya sea en escultura o pintura.
Así, el altar montado en el Portal de Peregrinos del MNI, tiene como principal protagonista la reproducción de la pintura del siglo XVII Virgen Dolorosa, de autor desconocido, cuyo original pertenece a la colección del museo.
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